He llegado a la conclusión de que si las horas de
sueño se pudieran comprar, vendería todos mis bienes para conseguirlas. O aun
más, si se trataran de algo ilícito, estaría dispuesta a romper la ley para
conseguirlas.
Bueno, estoy exagerando, tan deprivada de sueño no
estoy, pero por estos días que enfrentamos la dentición de Baby Girl como un
proceso lento y tortuoso, creo que una cura de sueño no me vendría mal.
Si son 20 dientes de leche y cada diente nos priva de
una semana de buen dormir, eso quiere decir que tenemos un total de 120 días de
mal dormir. Baby Girl tiene 4 dientes, eso quiere decir que nos quedan 112
noches de fiesta. Como todo problema matemático, éste también me da dolor de
cabeza.
Pero bueno, dicen que esto es el principio, que una
nunca vuelve a dormir tranquila una vez que tiene hijos… no pensé que tenía que
tomármelo tan literalmente.
Afortunadamente, la medicina nos da una mano con lo
que respecta al manejo del malestar y dolor; una cucharadita de paracetamol y voila todo vuelve a ser color de rosa
exactamente después de 15 minutos. Lo complicado del asunto es que Baby Girl
coopere y acepte tomar el medicamento de esa cucharita tan poco eficiente.
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Mmmmmm que ricooooo, juguito, ven ven chiquita, mmmmm, mira que ricoooooo…
Por supuesto que preferiría
sentar a mi hija, mirarla a los ojos y decirle “mira mi amor, te voy a dar esto
que te va a aliviar el dolor” y ella me diría “Gracias mamá, espero me haga
sentir mejor” Pero a los 13 meses y por más inteligente que encuentre a mi
hija, no creo que lleguemos a entablar tal diálogo.
Baby Girl comienza a correr
por el living, escapando del líquido pegajoso que está a punto de ser forzada a
tomar. Mamá persigue a Baby Girl chorreando el líquido que no es sólo pegajoso
pero también de color rosado intenso… ¿era necesario señor químico
farmacéutico?
Después de repartirle el
paracetamol por la cara y esperar que algo haya caído por la garganta, procedo
a limpiarnos y cambiarnos la ropa rosada y pegajosa. Si esto sucede a las tres
de la tarde, imagínense cómo es a las tres de la mañana, cuando con Super Daddy
tenemos que agarrar a Baby Girl y repetir la misma persecución y el mismo
proceso de limpieza que le sigue a continuación..... pero con sueño.
Decido ponerle fin a mis problemas
y voy a la farmacia a comprar una jeringa para darle la medicina pegajosa a
Baby Girl.
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Necesito una jeringa
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¿Y para qué sería?, me pregunta desconfiada
la vendedora al notar mis ojeras y aspecto ajado, podría ser perfectamente una
adicta a la metanfetamina.
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Para darle paracetamol a mi hija, respondo con tiritón de
pera.
También está la
medicina alternativa, Flores de Bach (o Brandy)[1] y la homeopatía, terapias que independiente
de que creamos o no en su eficacia,
estamos dispuestos a probar cuando se trata del bienestar de nuestros
hijos (y nuestros). En Inglaterra venden unos polvitos homeopáticos que vienen
en un sobre pequeño que uno les echa en la boca a los niños. Una vez más, no sé
si es mi hija la rebelde o qué pero ¿qué
niño de 13 meses se sienta tranquilito para que le viertan el contenido de un
sobre en la boca? Hago el intento de todas formas y nuevamente termino con Baby
Girl con algo parecido a cocaína en la cara y el resto repartido en el piso.
Pero dejando atrás
todas las noches de sueño interrumpido, la ropa, suelo y sillones
pegajosos, lo más adictivo que he conocido hasta el momento es la risa de
mi hija, con o sin dientes, no puedo dejar de adorar sus carcajadas.
collar de ambar, funciona, CAMILIA debes conocerlo, y goma de denticion: un rato en el congelador, remedios para las guaguas
ResponderEliminarGracias chiquiturri! Voy a probar Camilia y el collarcito de ambar, creo que venden unas pulseras tambien... vamos a ver si Baby Girl me las aguanta :S
EliminarUn abrazo xx