martes, 27 de agosto de 2013

Royal Baby: Catalina vs Kate



Tenía que hablar de esto. Aunque significara desactivar mis mecanismos de defensa y levantar la represión a ciertas imágenes que asocio al “parto a la inglesa”. Además que ya les hablé de esto una vez y quizás no quieren tanto detalle macabro… o quizás sí.

El mundo parece haberse detenido ante la espera y la llegada del heredero del trono, del hijo de los Duques de Cambridge, personajes que las cámaras persiguen como moscas a la miel y que por más que la prensa amarillista lo intente jamás han de encontrarle falla alguna.

Fieles o detractores de la monarquía, todos esperábamos la llegada del misterioso bebé a quien no se le conocía ni el sexo ni el nombre, todo era un verdadero misterio, si mal que mal esto era como “Cenicienta II” o “Blancanieves el Regreso”… era lo que seguía al “vivieron felices para siempre” Finalmente llegó la hora y un hermoso Royal Baby llegó a este mundo y que después de 24 horas pudimos ver en los brazos de la preciosa Kate y su atractivo[1] marido.

Cierta polémica causó la decisión de Kate de dar a luz en un hospital privado a diferencia de la mayoría de las mujeres que vivimos en esta isla y que utilizamos el servicio de salud pública (National Health Service –NHS) para tratar desde el más mínimo resfrío[2] hasta para traer al mundo a nuestros retoños. Yo les voy a explicar por qué Kate decidió irse a un hospital privado y no al NHS:

  1. Porque es realeza, ¿qué esperaban? ¿que a la Bella Durmiente la ayudaran a pujar los siete enanitos? No.
  2. Porque quieres asegurarte que al llegar al hospital haya una habitación en la que puedas gritar tranquila y donde te puedan administrar una epidural en vez de andar caminando en cuatro patas por los pasillos de un hospital resbalándose en agua de fuentes rotas de otras mujeres que estaban en la misma situación que tú. Espartano por no decir menos.
  3. Porque quieres que una vez que te den una habitación, te pongan la maldita epidural que llevas rogando por más de 7 horas que te pongan para que te digan “ no, todavía no se la podemos poner porque no se ha dilatado… paracetamol?”
  4. Porque no quieres que tu hija salga con fórceps, así a la fuerza, moreteada y llorando de rabia cuando la sacan.
  5. Porque tu marido –el príncipe en este caso –se queda a dormir a tu lado en un cómodo sillón o bien en la suite para invitados.
  6. Porque no te quieres quedar sola en una sala de hospital después de las 24 horas más intensas de tu vida con tu recién nacida al lado que te despierta hambrienta y con caca y tú que apenas te puedes mover para sacarla de su cunita.
  7. Porque el timbre para llamar a la enfermera probablemente funcionará.
  8. Porque al otro día cuando salgas al mundo, te vas a ver linda con el pelo como modelo de comercial de Pantene y lista para ser portada de revista. No te vas a ver hinchada como un sapo con retención de líquido y caminando como si recién te vinieras bajando de una cabalgata de 24 horas.
  9. Porque en el frigo bar vas a encontrar Champagne para celebrar la llegada del bebé y no vas a tener que ir a una vending machine a comprarte un Twix.

La verdad es que si yo fuera realeza haría exactamente lo mismo. Y me daría lo mismo lo que opinara “el pueblo”. Al final, son más de 12.000 libras[3] (financiadas por los contribuyentes – “el pueblo”) para su comodidad y para que se vea linda en las fotos del recuerdo. Démosles un poco de crédito, si al final sólo se quedaron una noche para que la cuenta del hospital no saliera tan cara.

Pero no crean que todo es diferente entre los mundillos de Kate y Catalina. Muchas diferencias habrán pero hay algo que tuvimos en común: La discreción que tuvimos con el nombre de Baby Girl. Absolutamente nadie sabía cómo se iba a llamar la heredera de nuestro trono y eso, más que por creernos reales fue por aquella tradición franchute[4] de no revelar el nombre hasta el nacimiento.  La verdad es que ningún franchute nos preguntó durante el embarazo, pero por mi lado chileno, el secreto fue sentido como la peor de las traiciones e incluso torturas. Recuerdo haber estado con una pareja de amigos que nos interrogó por algunas horas dándonos algo así como 25.000 nombres hasta ver que nos cambiara la cara cuando dijeran el correcto. Lo peor de todo es que les resultó.


Y bueno, algo más que tenemos en común con la pareja real es que nosotros también vamos a dar a luz a nuestro propio príncipe en un par de meses más. Probablemente no con el mismo glamour, una aparición más típica de un plebeyo diría yo; más pública en el ámbito de la salud pero más privada en el ámbito de la intimidad. ¿El nombre? Todavía no se los puedo contar, pero no es ni George, ni Alexander ni Louis.





[1] No sabría cómo definir a Willy… No es guapo, pero tiene cara de príncipe, el príncipe del imaginario.
[2] Miento, un mínimo resfrío no es tratable, una amigdalitis grave o algo así tendría que ser.
[3] $10.000.000 CLP o $US 19.000  es lo que cuesta el parto privado considerando una noche en el hospital sin complicación alguna…. El Champagne no está incluido.
[4] Aún la pongo en duda. Si hay franceses capaz de rebatirla que me lo cuenten



domingo, 9 de junio de 2013

Mamá Full Time





Bueno, hace tiempo que no escribo, ya lo sé. Pero ¿no pasa así con muchos bloggeros? Es el equivalente a empezar una dieta… La comienzas, te crees el cuento y luego la abandonas por otros placeres. Mi blog lo abandoné por ciertos “placeres” de toda madre y también porque no había sol. Soy como una máquina que funciona con energía solar y viviendo en Londres, tengo un período de actividad de 5 meses. 

La última vez que escribí, mi hija estaba empezando a caminar, era una beba. Ahora sólo con un par de meses más, mi hija es una persona. A estas alturas del partido, muchas madres tienen que tomar una decisión muy difícil; volver a trabajar o quedarse en casa. Si bien la decisión está movida por factores emocionales y culpógenos, el factor financiero es determinante en muchos casos.
Muchos creen que la educación es gratuita en el Reino Unido. Eso es relativamente cierto, si tienes 5 años. A los tres años se ofrecen 15 horas semanales de educación pre-escolar. Pero de 0-3 puedes quedarte en casa y jugar a la tía parvularia o simplemente pagar un promedio de “tu salario mensual” por un jardín infantil de tiempo completo. 

Yo soy una de esas mamás full time. Un trabajo con bastantes remuneraciones emocionales pero sin vacaciones ni licencias médicas. Eso sí, tengo dos horas de almuerzo (dependiendo de cuánta siesta tome mi hija) y por lo general además de comer tiendo a sentarme, mirar la pared y disfrutar de la inactividad y el silencio. El resto del día está lleno de actividades recreativas para Baby Girl que incluyen salidas a la plaza, bibliotecas, parque, casas de amigas en común (yo la mamá y ella el otro crío). Luego preparamos la comida, nos damos un baño y a dormir de nuevo (ella, no yo porque me tengo que ocupar de Super Daddy y mi copa de vino[1]). 

Las actividades con Baby Girl, también incluyen otro tipo de rutinas menos entretenidas pero inevitables al fin y al cabo tales como ir al supermercado o acompañar a la mamá al doctor. Las idas al supermercado parecen algo así como un entrenamiento prematuro al robo hormiga, del que sólo me doy cuenta cuando la cajera me dice ¿Y lo que lleva la niña lo va a pagar?... me deshago en disculpas explicando que la caja de profilácticos no la vamos a llevar. 
Las idas al doctor, que de verdad trato de evitar, son algo así como un entrenamiento inmunológico.  Mientras esperamos, Baby Girl decide jugar con todos los niños de la sala de espera que si no están incubando algo, tienen alguna roncha sospechosa o mocos que quedan pegados en el pelo de mi hija cuando les otorga abrazos espontáneos. 

Por ejemplo la ducha, ¿qué se hace con Baby Girl cuando una se ducha? Nada. La sientas en el baño y le hablas de algo interesante, ya sea el jabón, la espuma, el agua… No, no del calentamiento global o crisis en el medio oriente. Si te tienes que lavar el pelo, la sientas en el baño, le das un libro o dos y también le puedes hablar de algo interesante. Ahora, si estamos hablando de una ducha seria, que puede incluir depilación, masaje capilar o exfoliación (sólo uno de los tres, no hay que ponerse ambiciosa), tendríamos que tomar medidas más extremas que no me gustan del todo pero sé que la tendrían quieta por diez minutos[2] y se trata de aquel amigo/enemigo llamado TV. 

Hay veces que con mi marido queremos salir como la gente normal. Ir al cine o a comer con amigos. Y a veces lo hacemos. Con tanta opción no sabemos por quién decidirnos para cuidar a Baby Girl; la abuela materna, la abuela paterna, la tía uno, la tía dos….Mentira, estaba soñando un rato. No tenemos a nadie que nos cuide Baby Girl a cambio de un Graaaaaaaacias. 
Llamamos a una babysitter y listo me vuelvo a asomar al mundo con maquillaje, cartera y algo que no sean zapatillas Converse. Pero salir puede resultar en un verdadero lujo asiático: el costo de ir al cine por ejemplo sería algo así:

Entradas al cine: £13.50 (por persona… es Londres. Y no incluye cabritas, ni sillas con masaje)
Niñera: £10 por hora (evidentemente no vas a ver nada parecido al Señor de los Anillos)
Suponiendo que la película dura dos horas y media, más media hora de trayecto ida y vuelta (a pie), tenemos un total de £57[3] por una salida que no incluye nada más que ver a Brad Pitt en tamaño gigante[4]





Esto no es un reflejo de mi vida, sino de muchas madres más quienes como yo nos encontramos en esta isla lejana (o en otras partes del mundo) enfrentadas a la oportunidad de ser madres de tiempo completo, una ocupación cuya definición hemos tenido que reelaborar –sobre todo en estos tiempos –pero  que lo incluye todo y que se guarda en la temprana memoria de nuestros hijos.





[1] Los amo a los dos por igual (sólo que el vino es menos inseguro)
[2] Sí esa es la ducha larga
[3] $89 US / $45.000 pesos chilenos.
[4] Iguaaaaaaaal

jueves, 27 de septiembre de 2012

Dormir: la nueva droga




He llegado a la conclusión de que si las horas de sueño se pudieran comprar, vendería todos mis bienes para conseguirlas. O aun más, si se trataran de algo ilícito, estaría dispuesta a romper la ley para conseguirlas. 

Bueno, estoy exagerando, tan deprivada de sueño no estoy, pero por estos días que enfrentamos la dentición de Baby Girl como un proceso lento y tortuoso, creo que una cura de sueño no me vendría mal.

Si son 20 dientes de leche y cada diente nos priva de una semana de buen dormir, eso quiere decir que tenemos un total de 120 días de mal dormir. Baby Girl tiene 4 dientes, eso quiere decir que nos quedan 112 noches de fiesta. Como todo problema matemático, éste también me da dolor de cabeza.

Pero bueno, dicen que esto es el principio, que una nunca vuelve a dormir tranquila una vez que tiene hijos… no pensé que tenía que tomármelo tan literalmente.

Afortunadamente, la medicina nos da una mano con lo que respecta al manejo del malestar y dolor; una cucharadita de paracetamol y voila todo vuelve a ser color de rosa exactamente después de 15 minutos. Lo complicado del asunto es que Baby Girl coopere y acepte tomar el medicamento de esa cucharita tan poco eficiente.



-      Mmmmmm que ricooooo, juguito, ven ven chiquita, mmmmm, mira que ricoooooo…

Por supuesto que preferiría sentar a mi hija, mirarla a los ojos y decirle “mira mi amor, te voy a dar esto que te va a aliviar el dolor” y ella me diría “Gracias mamá, espero me haga sentir mejor” Pero a los 13 meses y por más inteligente que encuentre a mi hija, no creo que lleguemos a entablar tal diálogo.

Baby Girl comienza a correr por el living, escapando del líquido pegajoso que está a punto de ser forzada a tomar. Mamá persigue a Baby Girl chorreando el líquido que no es sólo pegajoso pero también de color rosado intenso… ¿era necesario señor químico farmacéutico? 

Después de repartirle el paracetamol por la cara y esperar que algo haya caído por la garganta, procedo a limpiarnos y cambiarnos la ropa rosada y pegajosa. Si esto sucede a las tres de la tarde, imagínense cómo es a las tres de la mañana, cuando con Super Daddy tenemos que agarrar a Baby Girl y repetir la misma persecución y el mismo proceso de limpieza que le sigue a continuación..... pero con sueño.

Decido ponerle fin a mis problemas y voy a la farmacia a comprar una jeringa para darle la medicina pegajosa a Baby Girl.

-        Necesito una jeringa 
-        ¿Y para qué sería?, me pregunta desconfiada la vendedora al notar mis ojeras y aspecto ajado, podría ser perfectamente una adicta a la metanfetamina.
-        Para darle paracetamol a mi hija, respondo con tiritón de pera.

También está la medicina alternativa, Flores de Bach (o Brandy)[1] y la homeopatía, terapias que independiente de que creamos o no en su eficacia,  estamos dispuestos a probar cuando se trata del bienestar de nuestros hijos (y nuestros). En Inglaterra venden unos polvitos homeopáticos que vienen en un sobre pequeño que uno les echa en la boca a los niños. Una vez más, no sé si es  mi hija la rebelde o qué pero ¿qué niño de 13 meses se sienta tranquilito para que le viertan el contenido de un sobre en la boca? Hago el intento de todas formas y nuevamente termino con Baby Girl con algo parecido a cocaína en la cara y el resto repartido en el piso.


 Pero dejando atrás todas las noches de sueño interrumpido, la ropa, suelo y sillones pegajosos,  lo más adictivo que he conocido hasta el momento es la risa de mi hija, con o sin dientes, no puedo dejar de adorar sus carcajadas.
 





[1] Bromas, soy una fiel seguidora de las flores de Bach… y del Brandy.