domingo, 12 de agosto de 2012

Depresión Olímpica


Éste es un post depresivo y pesimista. Nada que ver con las maravillas de ser mamá, nada de risas o autoburlas. Bueno, un poco de autoburla, sólo un poco.

Mucha gente me pregunta cómo está la cosa en Londres estos días que estamos viviendo uno de los momentos deportivos más importantes de este siglo. Además de ver más gente corriendo o andando en bicicleta por los alrededores (deportistas de temporada), debo decir que la ciudad se mantiene calma y pasada a un olor… un olor a triunfo, a éxito, olor a medalla. ¿Y saben a qué huele el triunfo?
A depresión. 

Ay que negativa… No si súper lindo el espíritu de superación, la perseverancia, la tenacidad, la ambición y el bigote de Tomás González. Un verdadero ejemplo para la juventud y las generaciones que vienen. He ahí esos atletas, jóvenes que destacan no por aparecer en un reality show, o por inventar una red social (ni que fuera para tanto Zuckerberg) o por sus atributos físicos. Todos los niños del mundo deberían usar estos atletas como ejemplo. Ahora el problema lo tenemos los mayores de 30, porque la verdad es que estas Olimpiadas tienen el lado deprimente de que nos damos cuenta que estamos 25 años muy viejos para transformarnos en deportistas olímpicos. Hay excepciones, eso está claro, pero para alguien que se ha caído 3 veces del caballo, la equitación no cuenta.

Ahora, me sentiría mejor conmigo misma si profesionalmente fuera una tycoon, una Premio Nobel, una Premio Pullitzer o premio raspe, pero hasta el momento, todavía no me gano nada. Todavía no se me ocurre una idea genial (que genere dinero por supuesto, me lo paso teniendo ideas geniales en el plano doméstico, nada que un chimpancé no pueda hacer)

¿Por qué… por qué no inventé el Iphone primero? ¡Si era tan obvio!. 

Bueno, así está la cosa. Por cada medalla ganada, una autoestima de un ciudadano corriente, sin novedad como yo se derrumba.

Una luz en el túnel… Muchas figuras de la historia encontraron su camino después de los 30 años. Googleo “Famous after 30”: lo primero que encuentro en la red es Sylvester Stallone, pero me digo a mi misma que ese no puede ser mi modelo.  Sigo buscando y aparece Ricardo Montalbán…

Esto no está nada de bien, la luz en el túnel se empieza a apagar y la única alternativa que me queda para ser exitosa después de los 30 es protagonizar Rocky 7 o actuar en la versión moderna de la Isla de la Fantasía.

Pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde y me doy una medalla a mi misma por seguir creyendo que un día me voy a sentir olímpicamente exitosa.