Bueno, hace tiempo que no escribo, ya lo sé. Pero ¿no
pasa así con muchos bloggeros? Es el equivalente a empezar una dieta… La
comienzas, te crees el cuento y luego la abandonas por otros placeres. Mi blog
lo abandoné por ciertos “placeres” de toda madre y también porque no había sol.
Soy como una máquina que funciona con energía solar y viviendo en Londres,
tengo un período de actividad de 5 meses.
La última vez que escribí, mi hija estaba empezando a
caminar, era una beba. Ahora sólo con un par de meses más, mi hija es una
persona. A estas alturas del partido, muchas madres tienen que tomar una
decisión muy difícil; volver a trabajar o quedarse en casa. Si bien la decisión
está movida por factores emocionales y culpógenos, el factor financiero es
determinante en muchos casos.
Muchos creen que la educación es gratuita en el
Reino Unido. Eso es relativamente cierto, si tienes 5 años. A los tres años se
ofrecen 15 horas semanales de educación pre-escolar. Pero de 0-3 puedes
quedarte en casa y jugar a la tía parvularia o simplemente pagar un promedio de
“tu salario mensual” por un jardín infantil de tiempo completo.
Yo soy una de esas mamás full time. Un trabajo con
bastantes remuneraciones emocionales pero sin vacaciones ni licencias médicas. Eso
sí, tengo dos horas de almuerzo (dependiendo de cuánta siesta tome mi hija) y
por lo general además de comer tiendo a sentarme, mirar la pared y disfrutar de
la inactividad y el silencio. El resto del día está lleno de actividades
recreativas para Baby Girl que incluyen salidas a la plaza, bibliotecas,
parque, casas de amigas en común (yo la mamá y ella el otro crío). Luego
preparamos la comida, nos damos un baño y a dormir de nuevo (ella, no yo porque
me tengo que ocupar de Super Daddy y mi copa de vino[1]).
Las actividades con Baby Girl, también incluyen otro
tipo de rutinas menos entretenidas pero inevitables al fin y al cabo tales como
ir al supermercado o acompañar a la mamá al doctor. Las idas al supermercado
parecen algo así como un entrenamiento prematuro al robo hormiga, del que sólo
me doy cuenta cuando la cajera me dice ¿Y
lo que lleva la niña lo va a pagar?... me deshago en disculpas explicando
que la caja de profilácticos no la vamos a llevar.
Las idas al doctor, que de
verdad trato de evitar, son algo así como un entrenamiento inmunológico. Mientras esperamos, Baby Girl decide jugar
con todos los niños de la sala de espera que si no están incubando algo, tienen
alguna roncha sospechosa o mocos que quedan pegados en el pelo de mi hija cuando les
otorga abrazos espontáneos.
Por ejemplo la ducha, ¿qué se hace con Baby Girl
cuando una se ducha? Nada. La sientas en el baño y le hablas de algo
interesante, ya sea el jabón, la espuma, el agua… No, no del calentamiento
global o crisis en el medio oriente. Si te tienes que lavar el pelo, la sientas
en el baño, le das un libro o dos y también le puedes hablar de algo
interesante. Ahora, si estamos hablando de una ducha seria, que puede incluir
depilación, masaje capilar o exfoliación (sólo uno de los tres, no hay que ponerse ambiciosa), tendríamos que
tomar medidas más extremas que no me gustan del todo pero sé que la tendrían
quieta por diez minutos[2] y se
trata de aquel amigo/enemigo llamado TV.
Hay veces que con mi marido queremos salir como la
gente normal. Ir al cine o a comer con amigos. Y a veces lo hacemos. Con tanta
opción no sabemos por quién decidirnos para cuidar a Baby Girl; la abuela
materna, la abuela paterna, la tía uno, la tía dos….Mentira, estaba soñando un
rato. No tenemos a nadie que nos cuide Baby Girl a cambio de un Graaaaaaaacias.
Llamamos a una babysitter y listo me vuelvo a
asomar al mundo con maquillaje, cartera y algo que no sean zapatillas Converse.
Pero salir puede resultar en un verdadero lujo asiático: el costo de ir al cine
por ejemplo sería algo así:
Entradas al cine: £13.50 (por persona… es Londres. Y
no incluye cabritas, ni sillas con masaje)
Niñera: £10 por hora (evidentemente no vas a ver nada
parecido al Señor de los Anillos)
Suponiendo que la película dura dos horas y media, más
media hora de trayecto ida y vuelta (a pie), tenemos un total de £57[3]
por una salida que no incluye nada más que ver a Brad Pitt en tamaño gigante[4].
Esto no es un reflejo de mi vida, sino de muchas
madres más quienes como yo nos encontramos en esta isla lejana (o en otras
partes del mundo) enfrentadas a la oportunidad de ser madres de tiempo
completo, una ocupación cuya definición hemos tenido que reelaborar –sobre todo
en estos tiempos –pero que lo incluye
todo y que se guarda en la temprana memoria de nuestros hijos.