El silencio del último tiempo tiene que ver con un
cambio drástico en nuestras vidas y en la vida de Baby Girl. El cambio se llama
“gateo”, aquella actividad motriz que tanto estimulamos y que ahora no sabemos
cómo detener. ¿Se acuerdan de ese comercial de Duracell con el conejito que
tocaba el tambor? Bueno, la batería de mi hija dura diez veces más que la del conejito
tamborillero.
¿Quién dijo que el gimnasio era necesario para ponerse
en forma?
Gracias a Baby Girl, debo quemar algo así como 850
calorías en 24 horas. Ahora que Baby Girl gatea, mis glúteos no reposan más de
2 minutos sobre la misma superficie. Y eso incluye aquel asiento que bien todos
conocemos y que de vez en cuando necesitamos más de dos minutos en él. En
resumen, mi vida es un constante ejercicio de sentadillas, elongación y
levantamiento de pesas (léase Baby Girl).
Debo ser justa en este momento y decir que Mr. Right comparte
el mismo entrenamiento, y también le ha
tocado jugar al policía con Baby Girl. Y me di cuenta de eso cuando en
medio de la noche me levanté al baño y Mr. Right me atacó por la espalda,
atajándome como una pelota de rugby porque pensó que era Baby Girl que se caía
de la cama. Me salvé del marcapaso por suerte y a pesar del susto es bueno ver
que Súper Daddy está siempre listo.[1]
Con tanta movilidad y tanto objeto amenazante en
nuestro departamento, tuvimos que tomar la decisión de deshacernos de los
muebles o comprar una jaula. Optamos por lo último; aunque algunos padres
deciden llamarle corral para sentirse mejor. Pero es una jaula. Cuando
compramos el corral por internet, una de las fotos tenía un perrito dentro. ¿Ven?
Es una jaula. Pero no nos sentimos mal al respecto, estábamos llegando a un
momento crítico, sobre todo cuando la velocidad del gateo alcanzó los 20 km/h y
el escalado se volvió de tipo profesional.
Últimamente me he estado preguntando qué es lo que
tienen los creativos de Fisher Price en la cabeza. Después de invertir cierta
suma de dinero en juguetes que prometen estimular el desarrollo psicomotriz y
bla bla bla, me he dado cuenta que por más colores o sonidos que el juguete
tenga, nada va a igualar el interés por aparatos oscuros y sin gracia como el control remoto, el Iphone o
Blackberry. Señor Fisher Price, es necesario que su compañía haga un aparatito así,
aburrido y sin tanta parafernalia, pero libre de BPA y todos esos últimos
descubrimientos que sirven para el marketing y que promueven la paranoia en los
padres. Después de todo, creo que un Iphone sí puede estimular el desarrollo
psicomotriz de un bebe, eso lo confirmé cuando mi hija de 9 meses mandó un Whasapp.
Escribió “Npspipioxa” algo en idioma infantil que aún no descifro. Menos orgullosa
me sentí cuando me desconfiguró el teléfono en exactamente 45 segundos. Lo
mismo hizo con el equipo de música, probablemente en 30 segundos. Vuelta a
Fisher Price, “mira mira qué lindos los botones de colores, aló aló quién llama”…Baby
Girl no habla pero la mirada que me dio decía algo así como “y tú creís que soy
h…”.
De vez en cuando,
saco a Baby Girl de la jaula, cuando quiero hacer gimnasia. Y empieza la
persecución. El promedio de veces que digo “No” durante el día debe ser algo
así como 387. Pero no importa cuantas veces lo diga, Baby Girl aún no comprende
el significado de una de las palabras más importantes del vocabulario. Si no la
entiende estamos en serios problemas. Imagínense las consecuencias futuras de la
inhabilidad para entender "no"…. Sí, es grave.
Ya he probado con dos técnicas y
ambas han resultado ineficaces.
- La técnica del aplauso fuerte acompañado del “No”
- La técnica del “No” con voz grave y fuerte con escalada de grito:
Reacción del
Baby Girl: Ninguna, cara de póker y continua con la travesura. Reacción del
vecino: golpe en la puerta preguntando si todo está bien. No, no está todo
bien… Mi hija no entiende la palabra No.
[1] Si uno lee este párrafo muy rápido va a extraer las palabras “Mr
Right”, “atacó por la espalda” y “siempre listo”… ojo con la comprensión
lectora, este blog no se trata de eso.