Éste es un post depresivo y pesimista. Nada que ver
con las maravillas de ser mamá, nada de risas o autoburlas. Bueno, un poco de
autoburla, sólo un poco.
Mucha gente me pregunta cómo está la cosa en Londres
estos días que estamos viviendo uno de los momentos deportivos más importantes
de este siglo. Además de ver más gente corriendo o andando en bicicleta por los
alrededores (deportistas de temporada), debo decir que la ciudad se mantiene
calma y pasada a un olor… un olor a triunfo, a éxito, olor a medalla. ¿Y saben a qué
huele el triunfo?
A depresión.
Ay que negativa… No si súper lindo el espíritu de
superación, la perseverancia, la tenacidad, la ambición y el bigote de Tomás
González. Un verdadero ejemplo para la juventud y las generaciones que vienen.
He ahí esos atletas, jóvenes que destacan no por aparecer en un reality show, o
por inventar una red social (ni que fuera para tanto Zuckerberg) o por sus
atributos físicos. Todos los niños del mundo deberían usar estos atletas como
ejemplo. Ahora el problema lo tenemos los mayores de 30, porque la verdad es
que estas Olimpiadas tienen el lado deprimente de que nos damos cuenta que
estamos 25 años muy viejos para transformarnos en deportistas olímpicos. Hay excepciones,
eso está claro, pero para alguien que se ha caído 3 veces del caballo, la
equitación no cuenta.
Ahora, me sentiría mejor conmigo misma si
profesionalmente fuera una tycoon, una Premio Nobel, una Premio Pullitzer o
premio raspe, pero hasta el momento, todavía no me gano nada. Todavía no se me
ocurre una idea genial (que genere dinero por supuesto, me lo paso teniendo
ideas geniales en el plano doméstico, nada que un chimpancé no pueda hacer)
¿Por qué… por qué no inventé el Iphone primero? ¡Si
era tan obvio!.
Bueno, así está la cosa. Por cada medalla ganada, una
autoestima de un ciudadano corriente, sin novedad como yo se derrumba.
Una luz en el túnel… Muchas figuras de la historia
encontraron su camino después de los 30 años. Googleo “Famous after 30”: lo
primero que encuentro en la red es Sylvester Stallone, pero me digo a mi misma
que ese no puede ser mi modelo. Sigo buscando y aparece Ricardo Montalbán…
Esto no está nada de bien, la luz en el túnel se
empieza a apagar y la única alternativa que me queda para ser exitosa después
de los 30 es protagonizar Rocky 7 o actuar en la versión moderna de la Isla de
la Fantasía.
Pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde y
me doy una medalla a mi misma por seguir creyendo que un día me voy a sentir
olímpicamente exitosa.
Catita... Justamente te iba a subir el ánimo con la equitación... Que es uno de los deportes en donde se valora la experiencia y perseverancia, algo que todo humano puede desarrollar.
ResponderEliminarLos otros atletas si bien poseen perseverancia, también poseen un cuerpo que genéticamente NO todos los seres humanos podemos tener. Además de contar con mamás esclavas, lo que hoy por hoy casi no existe. Un gran mérito de todas maneras el de todos los atletas. Pero reconozcamos que hay una selección genética para pertenecer a varias disciplinas de los JJOO.
Pero personalmente creo que todos contamos con más de un atleta en nuestro interior dedicado a cada aspecto y rutina de cada etapa de nuestra vida... La cosa es encontrar ése atleta, entrenarlo, desarrollarlo y en la meta premiarlo uno mismo ya que no hay nada más especial y gratificante que enorgullecernos de nosotros.
Un besito gordo.
Fran.
Lindaaaaaa!!!Toda la razon. A lo mejor tu puedes ser equitadora olimpica!!!
ResponderEliminarUn besito grande grande
Me encanta tu perspectiva!!! eres una campeona Catalina, siempre libramos batallas para sobrevivir aunque no nos esten premiando con una medalla.
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